Entrevista a Mercedes Álvarez



MERCEDES ÁLVAREZ:

“CON PACIENCIA Y TIEMPO, LA CÁMARA ACABA RETRATANDO TROZOS DE VERDAD"

El cielo gira (Mercedes Álvarez, 2004) transcurre en esa franja fértil que enlaza sueño, memoria y testimonio, apresando las sensaciones de eso que llamamos “la realidad” con una fluidez asombrosa. En el molde más o menos ajustado del documental de creación, la película crece sobre los trazos y las trazas de unas vidas, las de los habitantes de Aldealseñor (miles evaporados en el tiempo, catorce censados en la actualidad), que ningún guionista podría concebir.
Al plantearnos esta entrevista, localizamos a su directora de vacaciones en el escenario de El cielo gira, su pueblo natal. Nos hubiese gustado ir hasta allí, convivir unos días con Mercedes y sus paisanos y que estas preguntas y respuestas surgiesen en una lenta charla, frente al paisaje abierto y vasto de Castilla. Tuvimos que conformarnos con ese otro diálogo pausado del e-mail.

Cámara Lenta (CL): El cielo gira es un proyecto surgido en un máster de documental de creación, ¿crees que esa definición, documental de creación, se ajusta bien al género de la película?
Mercedes Álvarez (MÁ): No y sí. Como espectadora, prefiero llamar “película”, sin aditivos, a todo relato en imágenes proyectado sobre una pantalla de cine –sea ficción o documental– y lo mismo para El cielo gira. El apelativo “documental de creación” puede servir para connotar diversos aspectos y licencias en el tratamiento de la realidad; cierto subjetivismo, reflexión sobre lo documentado, mestizaje de registros, etc., que lo diferencian del reportaje, del documental de investigación, del documental didáctico o de la simple crónica.

CL: Desde el principio dejas clara tu implicación radical con lo mostrado. Transmites la sensación de que lo que aparece en la pantalla es un paisaje tuyo, un mundo tuyo aunque sólo lo hayas habitado ocasionalmente, tu primer mundo, un universo con el que te unen lazos afectivos sobre los que no puede pretender imponerse ningún afán de objetividad. ¿El documental es más útil que la ficción en estos casos, cuando se quiere aludir a algo tan íntimo, tan cercano a la propia vida?
: Creo que depende de una elección personal. Con el mismo material de la propia experiencia un escritor puede elegir diversos géneros para expresarla: el diario, la novela autobiográfica o un tipo de novela más ficcionada. Todos ellos suponen diversos grados de distanciamiento respecto de lo vivido y de las personas que se conocen en el camino, y cada uno de esos grados con su verdad y su utilidad. En el caso de El cielo gira hay mucho de diario, de álbum de fotos familiar, de homenaje, testimonio y recuerdo de seres queridos, aunque luego hay también una reflexión más distanciada sobre el paso del tiempo y de la vida.

CL: El uso de tu propia voz, en off, para hilvanar la narración, subraya de una forma física esa implicación, al tiempo que sugiere una visión poética. Supongo que en un principio te plantearías su necesidad. ¿Por qué te decidiste a utilizarla?
: Fue algo que se impuso durante la construcción del relato, ya en la fase de montaje, y de un modo larvado. Pero una vez tomada la decisión ya vi claramente el punto de vista y no dudé más. La voz en off guiaría y alumbraría el sentido de muchas imágenes, aunque la dirección del relato y la estructura argumental seguían estando sometidas a reflejar el transcurso de los sucedido en La Aldea durante los nueve meses de grabación, respetando la verdad de la acción y la sucesión temporal, el carácter documental de las imágenes.

CL: Desde esa voz, formulas, como directora, un propósito: sacar “tres o cuatro palabras” a los habitantes de Aldealseñor. ¿Para ti era importante darles también a ellos la palabra, dejarlos que contasen no sólo su historia sino la Historia?
: De hecho, ése era el principal propósito ya antes de comenzar a grabar; la voluntad de retrato y de dejar testimonio, el de ellos. La evocación imaginaria o el recuerdo de infancia en el pueblo formaban parte de mí pero las valoraciones sobre la vida en la aldea y su destino pertenecen a ellos, no podía usurpar ese papel, no podía haber una tesis, una petición de principio por mi parte. La aparición de los aerogeneradores o la llegada del hotel, así como las huellas de culturas pasadas, eran hechos que les sucedían a ellos y yo debía mantenerme al margen.

CL: A priori, El cielo gira no encaja en los tópicos moldes del documental político o ideológico. Sin embargo, le inyectas ideología mediante mecanismos muy sutiles, como la paradoja. La película habla así no sólo de la despoblación, sino también de las guerras, de la frivolidad con la que los grandes partidos políticos se relacionan con los ciudadanos sólo para pedirles el voto, de la especulación urbanística… ¿Te interesa más ese tipo de crítica solapada que la denuncia directa?
: No estoy muy de acuerdo en lo de la “ideología” respecto de la película. De hecho, mi opinión política sobre la forma de abordar responsabilidades y soluciones en el tema de la despoblación rural es algo variable, hay que analizar muchos factores, pero en todo caso mi opinión no creo que fuera lo más interesante para el espectador. Lo que me interesaba era salir al encuentro y registrar con la cámara los hechos significativos de ese destino del pueblo, cómo declina una forma de vivir, toda una época, y llega otra nueva; qué cosas ocurren durante ése crepúsculo, qué verdades pueden revelarse, cómo brillan especialmente algunos hechos mínimos: la reforma del palacio, la propaganda electoral, la invasión militar cibernética de Irak, la aparición de los aerogeneradores, los nuevos inmigrantes marroquíes, etc. Esos mínimos hechos quizá ayudan a imaginar cómo aparecieron y desaparecieron allí mismo otras culturas pasadas, las que se mencionan en la película.

CL: En muchos planos, la cámara guarda una gran distancia física con los personajes y las situaciones, ¿qué motiva esa distancia?: ¿rubor?, ¿respeto?
: Durante las reflexiones en off el punto de vista se aleja, de un modo natural, pues pertenecen a mi imaginario o bien al punto de vista de un forastero, un viajero que visitara esos páramos, o alguien que los recuerda y los evoca. Pero existe también un tratamiento fantasmal obligatorio porque en este caso las cosas y las personas están en trance de desaparición, se desdibujan, se presentan de un modo inestable, emergiendo de la niebla, alejándose por un camino o perdiéndose en el horizonte de una loma, contra el cielo. Están ahí pero muy pronto ya no estarán y sólo quedará el eco de lo que hablaban y contaban. Ese efecto se realza si después de unos planos cortos, de un diálogo entre ellos, volvemos a ver las cosas desde lejos; un paisaje con figuras lejanas, los sonidos del campo, la ausencia de quien antes hablaba frente a la cámara.

CL: Películas como El cielo gira le deben mucho al hallazgo de unos personajes maravillosos, con una fuerza imposible de concebir desde la ficción. ¿Cómo fue el trabajo con ellos?
: Personajes tan maravillosos los hay en todos los pueblos de Soria, de Castilla y del mundo. Sólo hace falta creer que con paciencia y tiempo –con mucho respeto y complicidad– la cámara acabará retratando trozos de verdad, de sus rostros y sus palabras. Por mucho que alguien intente ocultarse o disimular delante del objetivo, la cámara acaba capturando en los rostros y gestos buena parte de la verdad de las personas.

CL: Y, en general, ¿cómo se trabaja en el guión de una película como ésta? ¿Cuánto hay de previsión y cuánto se deja al azar?
: El guión comenzó antes del rodaje y acabó el último día de montaje. Al comienzo, tenía la forma de previsiones, de puestas en situación de los personajes, nunca de reproducción de hechos concretos. Observación de las cosas y previsión de hechos que iban a ocurrir, que podían ocurrir o no, o de una u otra manera. Durante el rodaje, la disponibilidad de tiempo y la ligereza de equipo son fundamentales para capturar situaciones. Una vez grabado todo el material comienza la organización de la memoria, durante el largo montaje, la reflexión sobre lo que pasó en La Aldea durante esos meses, la búsqueda, la construcción y la revelación del auténtico relato.

CL: Es inevitable establecer paralelismos entre En construcción (José Luis Guerin, 2001), donde fuiste responsable del montaje, y El cielo gira, tu primera experiencia de largo metraje en la dirección. ¿Qué aprendizaje o qué herencia de aquella película reconoces en ésta?
MÁ: Me voy a repetir un poco. En En Construcción hubo un tratamiento de la captura de la realidad muy parecido, con un equipo muy ligero y muchos días de observación y grabación en medio de las calles del Raval de Barcelona. Una búsqueda parecida de situaciones y personajes guionizables, y un trabajo muy paciente de montaje. Todo lo que aprendí, que fue mucho, me sirvió para acometer el rodaje en el pueblo.

CL: Los dos documentales tienen una gran similitud argumental, hablan del efecto del tiempo sobre un lugar y sus habitantes. Y comparten además un mismo tempo, un montaje reposado. Sometidos como estamos a abrumadoras representaciones fugaces y fragmentarias, ¿la elección de mostrar y contar con un ritmo lento es una apuesta ética y no sólo estética?
: En el caso de El cielo gira no es que el ritmo fuera premeditadamente lento o rápido, no había una apuesta. Me fui metiendo en ese ritmo reposado sin darme cuenta, ya durante la estancia y el rodaje en La Aldea, y luego durante el montaje se trasmitió así a la duración de los planos y secuencias. Ahora lo pienso y me doy cuenta de que no podía haber sido de otra manera. En los páramos la vida es así, desde que sale el sol hasta que anochece, el tiempo se detiene sobre una encina, las nubes pasan morosamente, se escucha el silencio.


Juan Antonio Bermúdez
(Publicada en el nº 1 de la revista Cámara Lentanoviembre de 2006)

Imágenes (de arriba a abajo):

1: Mercedes Álvarez

2,3, 4 y 5: Fotogramas de El cielo gira

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